La Musa

Y la musa tocaba despacio
en la sala.
La guitarra…
Sonaba el Capricho Árabe
de Tárrega,
el café sabía a gloria
y la musa tan bella.
«¿Quieres un trozo del Olimpo?»
Es este, música del Cielo.
Esas manos y ese instrumento,
el peinado de la chica
y su vestido.
Guardan silencio
los asistentes
y brilla la chica con su canción.
¿Te puedes enamorar del arte?
Si no te enamoras no tienes corazón.
Unos aplausos sonados,
«¡bravo!, ¡viva!, ¡guapa!»
Todo era poco para esa musa,
para hacerle honor.
«Doña» la llamaban
como si fuera princesa.
Yo desde luego
no iba a dejar la oportunidad
de saludarla
y así fue.
«Merci, merci, señora.»
El sustento de mi alma,
tanta belleza…

Jaime Garzón Rivero