Vestirse de Poesía, de sonetos de oro, de dulces clavellinas, del escudo de Ulises, del Dogma Romano, de ser serpiente en la Biblia, divinidoso Don Juan, sátiro griego, sultán promiscuo, ejemplo también de justicia y pulcritud, de las queridas palabras, siempre por decir. Soy Homero el Ciego y recito las Rapsodias, soy Rubén Darío y me pierdo en el Azul. Quiero morir porque estoy vivo, alcanzar la belleza de las ninfas desnudas. Voy siendo trobador que implora a las musas un poco de luz ante el alfabeto, el diccionario, la métrica, las sílabas. Voy vistiéndome de Poesía tal cual soy.