Bonitas mentiras

“Para Alicia hoy es siempre todavía”
Enrique Bunbury

Me gusta escribirte. Es la única manera que tengo de estar contigo. Te imagino siguiendo la lectura con ojos de azor, intentando descubrir las nuevas patrañas del farsante que seguramente me crees. Relájate, disfruta de mis artimañas, no te sientas obligada a nada, son solo mentiras. Míralas de vez en cuando, tienen hora y fecha. Observa como fueron creciendo a intervalos cada vez más cortos, exagerándose y retorciéndose de la alegría a la tragedia o de la luz a la oscuridad. Son pequeños cuentos, historias que en la soledad se encuentran, cachitos de alma esperando que alguien los haga suyos.
Algunas no son fáciles de asimilar. Con tan poco tiempo vivido, con lo poco que dura la partida con la muerte, es imposible sentir cada una de las sensaciones de las que es capaz una humanidad. No todas las hice yo, pero son tan mías como de sus autores, porque me hicieron sentir como ellos en algún momento y porque para eso las hicieron, para no estar solos.
Ahora estoy entrando dentro de ti a través de tus pupilas y tú no te das cuenta. Este negro y este azul los escogí yo, la coma anterior también y la que sigue, incluso este punto. Puedes leerme despacio o deprisa, una o varias veces, guardarme o borrarme. En este papel soy tuyo, ¿te das cuenta? Tal vez leas al revés de como escribo y confundas los sentimientos que quiero hacerte llegar. Tal vez yo no sepa escribir y por eso no me entiendes. Quizá nunca imaginaste que en la vida real también pasan cosas como de película y que hay sueños que si tú y yo queremos se harán realidad cualquier día. ¡Despierta! Recuerda todos tus amores, todos tus amantes, todas tus locuras y dime, ¿quién ha entrado más adentro de ti y más veces de lo que lo he hecho yo?, ¿quién estará a tu lado más presente aunque se muera?, ¿quién es el que tiene el alma partida a medias contigo? Me siento celoso de que otros puedan escribirte, frustrado por no poder llenarte y sobre todo vacío, porque así me quedo cuando te escribo, porque me esmero todo lo que puedo y nunca es suficiente, porque albergo la ilusión de recibir de ti algo más que el silencio y la indiferencia.
Aunque no me creas, aunque no quieras saber nada de mi, lo que no podrás dudar ni negarme es lo bonitas que son mis mentiras, el que nadie tiene tantas como yo y que con toda seguridad, soy tu mentiroso preferido. ¿Nunca quisiste que alguna fuera verdad?

Jaime Garzón Rivero