Cuando sientan algo de verdad y los desangelen, y mediten en la deriva de ese desencanto que no es posible lo que quisieron, intenten volver a ese segundo de verdad de sus almas, cuando sin pensar mucho en lo que era bueno, hasta para uno mismo, lo hubiesen hecho. Y no me refiero a apretar el gatillo o a la casa prenderle fuego, ni a ser el rey del mundo o a apostarlo todo al rojo o al negro. Más sencillo, que de los errores se aprende, y a veces se confunden las cosas. Es fácil, es algo así, como decirle a alguien… «te quiero».
Verychero