“El Alma compartida…”
Ya no te escribo. Las mentiras han dejado de ser verdad, y no siento nada, porque me he quedado ciego leyendo. Si pudiera borrarte todo aquello… Cuánto daño me han hecho. La única satisfacción que tenía, era leerlas y darles vida, aunque no fueran para nadie. ¿Te imaginas, que nunca se imprimen y que yo no vivo para verlo? Que no se las leí, ni al azor de tu mirada, ni a Alicia maravillada. Te escupo si me recuerdas el último verso. Este punto. Esta coma, ¿cómo se dice que las firme su puta madre?, ¿tan difícil era que no me diste ni un beso? Recuerda todos tus amantes, todas tus locuras… que amores conmigo ni de lejos. Me inspiré en una musa, la acosé dulcemente… ahora le digo lo siento. Que nadie se merece que le mientan tanto, y ese reino de embustes, ya no lo querrá nadie, después de este ajuste de cuentas. He rebuscado tantas heridas del alma… Si te dejaron muertas mis letras, adivina como cabalga mi corazón. Oportunidades has tenido de matarme, que hasta los sicarios se hacían pajas antes de intentar nada. Que fueron gratis, que no les cobré por el buen polvo, y que sigan ahí, sin dominio. Que las firme Matusalém, que yo ya gasto otros cariños. ¿Quién quiere poesía muerta cuando son mejores bailando? Guardaros la instantánea, que yo tengo el Imperio del Alma. Olvidaros ya de mí, y de mi sangre maldita, que si aún os escita, es que no me visteis cantaros al alba. Os la regalo, que sea anónima y no tan obsesiva. Un fetiche en un mar de invención, un latido en un momento perdido… ¡Por las lágrimas de Pandora! ¡Que era mi alma, y no lo que estaba escrito! A cuantas putas se las hubiera leído… Si llego a saber, lo que cuesta la alquimia, y lo que hay que sufrir… ¿Qué carreras son esas, que te dejan siempre, en el mismo sitio? El manual de instrucciones, me lo bebí en una botella, las piezas las cogí de una pizarra… ¡Que borrachera me cogí, “mi´arma”! Y no he dejado de sentir… yo que he resultado tan insumiso. ¡Ay Princesa! Porque no sabía las huellas, y las marcas, que dejan para siempre. Me ha salido bien sin querer, y aún… «me siento celoso… porque me esmero todo lo que puedo, y nunca es suficiente, porque albergo la ilusión, de recibir de ti…», La libertad que se merece Atenas, el olvido de la contienda del Bardo y la Armonía de que me quiera solo ella. ¿No vale más un corazón a tu lado, que las promesas de vidas eternas que nunca llegan? Y aunque llegasen… ¿qué harenes de princesas heridas, y de sonetos perfectos, aguantarían, “un te quiero sin mi”? ¿A cuántas camas, caben tan pocos versos? No hay roces para tan poca piel. En dos brazos, solo encaja una cintura. En unos labios, solo otra boca, y solo me cabe, una alianza en el dedo. Espero, que de verdad, no queráis saber nada más de mí. Arreglaros el alma, y dejaros de vivir, en «Bonitas Mentiras», que solo se escriben cuando son verdad, y se sienten mejor en compañía. Con mucho cariño.
Verychero Dhadra